El precio de los bienes y servicios subió el 7.3% en 2022, algo no visto desde 1996. Los alimentos, el rubro que más afecta el bolsillo, incrementaron el 12.2%. La canasta básica alimentaria aún más, hasta el 16% en la zona rural. Economistas advierten de un nuevo aumento de la pobreza. Desde el oficialismo, su discurso se centra en que El Salvador mantiene una inflación de las más bajas del continente por las 11 medidas adoptadas en marzo pasado.
El Salvador cerró el 2022 con una inflación del 7.3%, de acuerdo los datos publicados por el Banco Central de Reserva la semana pasada. Para hallar un alza de los precios similar hay que retroceder 26 años, al periodo posterior a la firma de los Acuerdos de Paz. En aquel entonces, en 1996, el costo de la vida subió el 7.4%.
“Todo está caro. El maíz, los huevos, la leche,… los plátanos ya están a tres por el dólar…”, afirma Josefa de Vásquez mientras compra en las cercanías del Mercado Municipal José Gumercindo Landaverde en la ciudad de Metapán, en Santa Ana.
La queja de Josefa está más que justificada. El componente de los alimentos es el más importante para el consumidor y el que más incrementó al año pasado. Del 100% del gasto en los hogares, el 26% se destina a satisfacer esa necesidad. En abril, el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas, como se conoce a la división en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), registró un aumento del 10.9%. En los nueve meses siguientes siempre se mantuvo por encima. La inflación anual llegó al 12.2%.
En 2021, si una familia gastó $100 quincenales en alimentos, un año después necesitó $112 para comprar lo mismo.
El IPC mide el comportamiento de los precios de 238 bienes y servicios, de los que 68 son alimentos, de manera regular. Con ese índice se calcula la tasa de inflación, que no es más que el aumento sostenido de los precios.
Más pobreza
La canasta básica de alimentos tiene los productos esenciales para cubrir las necesidades energéticas. En la zona urbana incluye 22 alimentos y en el ámbito rural, 15. Maíz, frijol, huevos, leche y arroz son los principales de las dos canastas. Su valor se utiliza como referencia para el cálculo de la pobreza monetaria. Un hogar está en pobreza extrema cuando sus miembros no alcanzan a cubrir el costo de esa canasta alimentaria. Si cubren una canasta pero no dos, la llamada canasta ampliada, ese hogar está en pobreza relativa. Cuando sus ingresos están por encima, ese hogar no es pobre desde el punto de vista monetario.
Saira Barrera, economista de la Universidad Centroamericana “José Simeon Cañas” (UCA), retoma un estudio reciente de Fundaungo que indica que más del 30% de los hogares se encontraba en vulnerabilidad. También que la pobreza tiene un rostro infantil en la medida que hay una mayor proporción de familias pobres con niños. Esta situación que describe es previa al 2022. “Es esperable que este incremento vertiginoso en el precio de los alimentos tenga un impacto todavía mayor en hogares que estaban ya en situación precaria”, afirma.
En general, el aumento en el precio de la canasta básica alimentaria es superior al de 2008 y 2011, los dos años con mayor incremento en las últimas dos décadas. A falta de conocer el dato de diciembre pasado, los alimentos subieron cerca del 16% en la zona rural y arriba del 12% en la urbana en comparación con 2021. Una familia rural pagó $23 más cada mes por $25 una de la zona urbana.
Consultado meses atrás, Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva, alertó del incremento de la pobreza. “Seguramente, el número de pobres está aumentando muchísimo. Al subir la canasta básica, la línea de pobreza sube y esa gente que estaba, digamos, en el borde de la línea ya cae en situación de pobreza”, explica.
El economista César Villalona se enfoca en los ingresos de las familias en 2022. “No tengo ninguna duda de que aumentó la pobreza porque los ingresos no aumentaron: los salarios no subieron, las pensiones congeladas y las remesas con crecimiento de apenas 3.6% (3.4% a noviembre)… Estos ingresos no compensan el aumento de precios”, expresa.
Entre 2019 y 2021, la cantidad de hogares en pobreza extrema, aquellos que ni siquiera les alcanza para comprar los alimentos básicos, incrementó un 73% al pasar de poco más de 87,000 hasta los 151,000 por los efectos de la pandemia. En ese periodo, la canasta de alimentos registró un aumento entre 3 y 4 dólares.
El aumento de los hogares en condición de pobreza, destaca el estudio de Fundaungo, “responde a la naturaleza de la crisis de 2020 cuyo principal impacto se vio en el ingreso de los hogares”.
Un poco más atrás, en 2011, las condiciones climáticas dispararon los precios de los granos básicos en el país y la región lo que afectó especialmente los precios de los alimentos en la zona rural. La canasta aumentó el 22% ($26) en un año. La pobreza lo hizo en siete puntos porcentuales al pasar del 43.2% en 2010 al 50.2%. En cantidad de hogares, 42,400 más. En personas, 180,000 nuevos pobres.
Un punto crucial de la seguridad alimentaria para las familias más vulnerables es la cosecha de los granos básicos. La producción del ciclo 2022-23 apunta a ser más baja de lo esperado, según las previsiones de de la Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo). Su presidente Luis Treminio estima una cosecha de 19,9 millones de quintales de maíz, frijol, sorgo y arroz, un 30% inferior a los 28.6 millones del ciclo anterior. Las pérdidas derivadas del impacto de la tormenta tropical Julia y, principalmente, el alza de los insumos agrícolas, que llevó a muchos agricultores a sembrar menos tierra, explican esa baja producción.
El panorama para los próximos meses es desalentador. “Los precios (de los granos básicos) van a empezar a subir a partir de abril cuando la cosecha esté en manos de los comerciantes. Consideramos que a partir de julio va a haber una crisis alimentaria”, comenta.
Las 11 medidas antiinflación
La inflación en el país y en la región tiene su origen en factores externos. Muchos países cerraron el 2022 con incrementos en la inflación no vistos en décadas. El Salvador no fue la excepción. El aumento en los precios de las materias primas y los combustibles, también el coste del transporte internacional explican ese fenómeno desde 2021. A eso se añade la recuperación económica y el mayor consumo que siguió a los meses más críticos de la pandemia. La guerra de Ucrania vino a agravar la situación.
En marzo, el gobierno estableció 11 medidas encaminadas a paliar los efectos de la inflación. Unas acciones que, en la práctica, Villalona reduce a tres: los subsidios generales al combustible y al gas, y la eliminación de aranceles a la importación de 20 productos. Los subsidios, apunta el economista, han contribuido a que la inflación general no sea mayor no así la del rubro de los alimentos.
Al respecto, Barrera diferencia los hogares que tienen vehículo y que sí se beneficiaron del techo al precio de los combustibles, de la mayoría de los hogares que no tienen. “El impacto de las medidas ha sido bastante más desdibujado (para estos últimos) porque el costo del transporte no ha cambiado desde antes del incremento en las tasas de inflación, pero sí lo ha hecho el componente de los alimentos”, sentencia.
Desde el oficialismo se insiste en que El Salvador mantiene una de las tasas de inflación más bajas de la región gracias a las medidas adoptadas por el Ejecutivo. El presidente de la Defensoría del Consumidor, Ricardo Salazar, lo sintetizaba así a mediados de octubre: “El Salvador se mantiene con la tasa más baja de inflación en la región centroamericana, como resultado de las medidas de alivio económico impulsadas por el presidente Nayib Bukele frente a la inflación mundial. Medidas efectivas y oportunas en beneficio de nuestra población”.
Medios afines como Diario El Salvador han seguido esa misma línea. Voz Pública revisó las publicaciones de ese periódico en el último cuatrimestre del año referidas a la inflación. En las 15 noticias, el medio se limita a destacar la baja inflación en el país en comparación con las de la región y da voz a funcionarios que obvian cualquier afectación a las familias por este fenómeno.
“Está ofreciendo una información a la que le falta balance, elementos de contexto, parece que sí es sesgada o parcializada”, puntualiza Andrea Cristancho, jefa del departamento de Comunicaciones y Cultura de la UCA, sobre las publicaciones.
Villalona aclara que no hay estudios que respalden ese impacto de las medidas en la reducción de los precios del que hace gala el oficialismo. “Lo importante es cómo ha evolucionado la inflación y cómo golpea el poder adquisitivo, y no estarse comparando con otros países”, enfatiza.
En el discurso oficial también se “olvida” decir que El Salvador se ha caracterizado por una inflación baja, de las menores del continente, como consecuencia de la dolarización y la falta de una política monetaria. “En los cuatro años previos a la crisis de la pandemia, entre 2016 y 2019, la inflación promedio fue 0.5%”, apunta Villalona.
El Salvador cierra con una de las tasas de inflación más bajas de la región, como dijo recientemente la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) y repiten desde el oficialismo. Los alimentos, en cambio, subieron un 12.2% el último año. Un 8% en 2021. Los de la canasta básica, referencia para el cálculo de la pobreza, aún más.