Con tristeza leo las noticias internacionales sobre la ocupación de Ucrania por el ejército ruso para forzar la creación de un gobierno prorruso que se desmarque de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) y Occidente.
Viví en la antigua Unión Soviética siete años. Estudié el idioma ruso en Moscú y otras ciudades como Rostov del Don por un año. Luego estudié en la Academia de Ciencias Agronómicas de Kiev cinco años y me gradué de “científico agrónomo especialista en sanidad vegetal, fitotecnia”. Laboré un año como agrónomo principal en un koljoz (granja colectiva) en Mitnitza, jurisdicción de Vasilkov, una ciudad a 80 kilómetros de Chernóbil, la central nuclear que explotó dos años después de mi estancia allí.
La población de Ucrania estaba y está rusificada. Un ejemplo: mi entonces esposa era hija de padre ruso y madre ucraniana, ella era rusa; en casa, donde vivíamos los cuatro, se hablaba ruso. Esto era y sigue siendo común en las ciudades ucranianas.
Ucrania fue el centro de fundación de los países eslavos Rusia y Bielorrusia. Fundada como la “Rus de Kiev” en el año 882 por el príncipe Oleg de Novgorod, abarcaba desde el mar Báltico hasta el mar Negro. Con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922, Lenín y los bolcheviques fundaron por primera vez la República de Ucrania y le adjudicaron la parte rusa que actualmente está en disputa, la rica cuenca minera del Donbass, (el Bajo Don), donde se ubican las actuales repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk. En 1939, producto del pacto Hitler-Stalin, se repartieron Polonia, y la parte polaca que ocupó la URSS, actualmente Ucrania Occidental, fue anexionada a Ucrania. En 1954, Nikita Jrushov cedió la península de Crimea, que era una provincia rusa, a Ucrania. En 1991 se declaró la independencia de Ucrania a raíz de la implosión de la Unión Soviética. Ucrania, que era la tercera potencia atómica mundial, entregó su armamento nuclear a Rusia.
A cambio de la independencia de las antiguas repúblicas soviéticas y sus satélites, Estados Unidos (EUA) se comprometió a no ampliar la OTAN ni un solo milímetro hacia el este. Sin embargo, Letonia, Lituania, Estonia, Polonia, Hungría, Rumanía, Alemania Oriental (actual Alemania), Bulgaria, Eslovaquia, República Checa y otros países del excampo socialista se han incorporado a la OTAN, cercando militarmente a Rusia.
Si Ucrania forma parte de la OTAN habría guerra con Rusia pues reclamaría tanto Crimea como el Donbass. Putin parece haber optado por el mal menor, se dio un tiro en el pie antes que darse un tiro en la sien en una conflagración con la OTAN. Trata de evitar que no se repita la experiencia de Yugoslavia (desmembrada en cinco Estados) o de Chechenia al interior de Rusia en los 90.
La guerra, que es la prolongación de la política por otros medios, tendrá efectos desastrosos en la economía, la quintaesencia de la política. Las sanciones afectarán a la economía rusa, la venta de gas natural, petróleo y otros. Pero Rusia resistirá porque es el país más rico del mundo en recursos naturales; tiene oro, diamantes, uranio, plutonio, agua, recursos minerales. La gran perdedora será la Unión Europea (UE) pues el gas que calienta los hogares de Europa Occidental proviene en un 40 % de Rusia y en países como Austria, en un 100%. Además, la UE queda supeditada a la política exterior de EUA, y pierde un gas natural barato, de calidad y de rápido acceso a través del gasoducto Nord Stream II, que va de Rusia a Alemania por el mar Báltico, y que por presión de EUA se clausuró.
Ucrania, una vez el ejército invasor instale un gobierno prorruso, quedará débil. Como república neutral no ingresará a la UE ni a la OTAN, y será un Estado títere del Kremlin.
La industria armamentística de EUA, Turquía, Inglaterra, Israel hará negocios con los involucrados.
El actual mundo es tripolar. EUA, Rusia y China son las hiperpotencias en disputa. El objetivo principal de EUA y los aliados es desestabilizar, debilitar y despedazar a Rusia y China. Ucrania solo es el instrumento y parte de un round de este combate por la hegemonía mundial.
* David Hernández es escritor y académico. Ha publicado 19 libros en ucraniano, ruso, alemán y español. Es doctor en Filosofía por las universidades de Hannover y Berlín, Alemania. También, ingeniero agrónomo por la Academia de Ciencias Agrícolas de Ucrania, Kiev.