En el marco de la inauguración del periférico Gerardo Barrios, el presidente Nayib Bukele enfiló su discurso en favor de la minería metálica, una práctica prohibida por ley desde 2017. Prometió una “minería moderna”, “responsable” y con “costos ambientales bajos”. Vino a decir poco menos que el desarrollo de El Salvador dependía de ese camino dorado. Brindó cifras de hasta 12 dígitos para referirse al metal precioso que yace en el subsuelo. De nada de lo dicho el 1 de diciembre reveló estudios o fuentes que lo sustenten.
Voz Pública consultó a varios especialistas conocedores de la materia, retomó información de estudios para comprobar cinco de las afirmaciones brindadas por el mandatario. Con el método empleado, la mayoría entra en la categoría de engañosas.
La minería metálica es una actividad económica relacionada con la explotación o extracción de minerales acumulados en el suelo en forma de yacimientos. Unos días después del discurso, Bukele confirmó que derogará la Ley de Prohibición de la Minería Metálica. La prohibición de la actividad abarca la exploración, extracción, explotación y procesamiento tanto a cielo abierto como subterráneo. También, el uso de químicos tóxicos como cianuro, mercurio y otros en cualquier proceso.
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Nayib Bukele: «(…)¿No les parece un poco extraño que el único país del mundo que prohíbe la minería es El Salvador?«
Verdad a medias
Si bien es cierto que El Salvador es el único país que prohíbe la minería metálica en todas sus formas, hay otros que han impuesto prohibiciones parciales o restricciones a esa práctica.
Andrés McKinley es especialista en agua y minería de la Vicerrectoría de Proyección Social de la Universidad Centroamérica “José Simeón Cañas” (UCA) y lleva más de dos décadas estudiando proyectos mineros. “La verdad es que no es cierto de que ningún otro país ha tomado medidas frente a este industria, y no hay que ir muy lejos: Costa Rica tiene prohibido la minería a cielo abierto, es decir, permite la minería por túneles subterráneos, pero no permite la minería a cielo abierto”, detalló.
En Estados Unidos hay estados que tienen prohibido el uso de cianuro en los procesos mineros por el daño que ocasiona en los ríos y, recuerda McKinley, en Argentina hay provincias que decidieron prohibir la actividad minera.
El documento Los límites de la minería de 2023, elaborado por la organización Amigos de la Tierra, indica que buena parte de los países de Europa, con algunas diferencias, la exclusión de la minería se aplica a espacios naturales protegidos. Más cerca, en Colombia, se reformó la Constitución para prohibir esa práctica en “ecosistemas de páramo y sus zonas de amortiguamiento”. En la vecina Honduras, la ley que data de 2013 define “áreas de exclusión” como zonas forestales, productoras de agua, entre otras.
Unos días antes, el 27 de noviembre, Bukele había avanzando en X. “Somos el único país en el mundo con una prohibición total de la minería metálica, algo que ningún otro país aplica. ¡Absurdo!».
Para el especialista, estas prohibiciones no deberían ser una fuente de vergüenza para el país o señalar que es algo absurdo. “Significa que la población y los gobernantes de El Salvador han hecho un análisis de costos y beneficios. No existe algo que debe preocuparnos que seamos los únicos que prohíben totalmente la minería”, apuntó.
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Nayib Bukele: «La minería, como se hacía entonces, era nociva para el país, pagaban el 2% y utilizaban mercurio, que es un metal pesado, y luego tiraban el mercurio a los ríos (…) Con la tecnología de ahora, con los costos medioambientales bajos, porque costo medioambiental siempre hay, (…) No sé si vieron esta carretera, pero yo vi un montón de montañas partidas en dos…»
Engañoso
Para Andrés McKinley, no es comparable el impacto de la actividad minera con la construcción de una carretera. “No me digas que para construir esta carretera tuvimos que votar un par de árboles, que es un costo que tenemos que asumir, pero la pregunta es el costo que se tiene que asumir para un proyecto minero, que implica la sobreexplotación del agua y la contaminación del agua es demasiado grande y es por eso que la gente dice que no”, describió.
Según el experto, la mayoría de proyectos de depósitos de oro y plata que existen en El Salvador está en la cuenca del río Lempa. Si se empiezan a extraer metales en este lugar, advierte que se contaminará y que podría secarse.
Esa cuenca es de vital importancia para El Salvador. Abastece el 72% del agua a la zona metropolitana. En su cauce, las cuatro centrales hidroeléctricas generan la cuarta parte de la energía nacional. Además, alberga varios humedales, declarados sitios Ramsar.
Roberto Gómez Escoto es el director de la Escuela de Física de la Universidad de El Salvador (UES). En la entrevista del jueves en el programa La Tribu dijo que ciertamente existen “tecnologías más limpias”, pero que el impacto de la extracción de minerales es tan alto que “difícilmente cualquier tecnología humana va a lograr resarcir todo el daño ambiental que provoca la minera metálica”.
Luis Parada es uno de los abogados que defendió a El Salvador en el litigio internacional con OceanaGold, antes Pacific Rim, empresa minera que demandó al Estado salvadoreño por negarle permisos de explotación. “Es falso que haya nueva tecnología que garantice que todo va a ser limpio y sin contaminación. Es la misma tecnología que proponía ocupar OceanaGold hace apenas ocho años y que ha estado ocupando en sus proyectos en otros países como Filipinas donde ha deforestado y contaminado ríos”, indicó.
La UCA, en su reciente editorial Dorado espejismo, indica que por cada kilogramo de oro extraído se gastan unos 130,000 litros de agua. Al convertirse en aguas residuales, dice, citando expertos internacionales, que contaminan 46.8 millones de litros de agua de los mantos acuíferos.
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Nayib Bukele. «Si queremos desarrollo y calidad de la naturaleza, necesitamos invertir dinero en la naturaleza, pero para (ello) necesitamos desarrollo como Italia, Canadá, Suiza, Noruega, Israel no como El Salvador. Y si alguien me dice que El Salvador ha funcionado, pues entonces no hagamos lo que sí funcionó, pero si no ha funcionado…»
Engañoso
Roberto Gómez plantea diferencias entre lo que puede hacer El Salvador y otros países mencionados. En concreto, considera que es importante tomar en cuenta el tamaño del territorio, el uso de las tecnologías, el cumplimiento de leyes estrictamente obligando a empresas a resarcir el daño ambiental y los controles. “En países como el nuestro, esos controles no siempre funcionan, no siempre están vigilando”, acotó.
McKinley añade que Estados Unidos y Canadá cuentan con la capacidad institucional de reglamentar la industria. En cambio, en el caso salvadoreño, si se permite de nuevo la minería, no se tendrá la disposición de cuidar el ambiente.
Un informe de 2016 sobre el impacto de la mina San Sebastián, ubicada en Santa Rosa de Lima, La Unión, elaborado por la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) advertía que la derogada Ley de Minería era “insuficiente para proteger a la ciudadanía y al medioambiente de los impactos negativos de los legados de la industria minera”. En sus conclusiones calificaba de “débil” la capacidad de las instituciones del Estado para aplicar la normativa.
Hay que recordar que, en los primeros cinco años, el asunto ambiental no ha sido una prioridad. El cambio climático nunca ha estado en la agenda del gobierno a pesar de los impactos que tiene en el país. Es más, en el marco del régimen de excepción, hay ambientalistas perseguidos judicialmente.
El presidente Nayib Bukele habla de invertir en la naturaleza, pero el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente tendrá $15.7 millones en 2025, $4.3 millones menos que el actual, un recorte del 21.5%. A las áreas relacionadas con la biodiversidad y protección de ecosistemas, por ejemplo, se les recortará el ya exiguo monto con el que se manejan. En su primer quinquenio, como también en el pasado, esta institución ha operado con bajos presupuestos.
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Nayib Bukele: «La cantidad potencial de oro que tiene El Salvador es de $3 billones en español, pero la gente está acostumbrada a escuchar los números en inglés, 3 trillones, más del 8,000% del PIB de El Salvador. Eso solo es oro».
Engañoso
El presidente Bukele no cita estudio alguno que sustente esa afirmación en la que informa de los miles y miles de millones. Un billón en español es igual a un millón de millones, es decir, un uno seguido de 12 ceros.
Para Luis Parada, la cifra está alejada de la realidad y basa su afirmación en las cantidades que la minería Pacific Rim pidió en la demanda internacional contra el Estado salvadoreño. “Las cantidades de metales y de las ganancias potenciales que menciona Bukele son exageradamente altas. En su demanda por todos los yacimientos en todas las zonas de exploración y solicitud de concesión que tenía Pacific Rim, solamente llegaron a $250 millones y eso era ya exageradamente alto. Ahora, el precio del oro ya subió al triple de ese entonces, pero también los costos de producción han subido significativamente, y subiría mucho más si, de verdad, van a tratar de reducir la contaminación y las probabilidades de un desastre medioambiental de gran magnitud en cada mina, en cada planta procesadora y en cada laguna de colas”, cuestionó.
La producción mundial de oro en 2023 alcanzó las 3,000 toneladas métricas, siendo China, Rusia y Australia los principales productores. El precio promedio de la onza de oro fue de $1,943 ese año y, aunque varía levemente en otros sitios web, no afecta al trabajo comparativo. Por tanto, el valor de la producción mundial de ese metal fue de unos $205,000 millones. La cantidad indicada por el presidente es entre 14 y 15 veces mayor a la cantidad de oro producido en todo el mundo en 2023.
Consultado sobre estas cifras, Parada cree que es otra muestra de lo engañoso de las estadísticas con las que Bukele quiere “vender” la minería. “Nadie sabe lo que hay en el subsuelo y mucho menos cuánto va a costar encontrarlo, extraerlo y procesarlo cumpliendo con los más altos estándares de seguridad y protección al medioambiente”, apuntó.
No es la primera vez que Bukele hace este tipo de afirmaciones. Con la “fiebre” del bitcóin y la apuesta por más energía para ser utilizada en el minado de cripto, llegó a decir lo siguiente: “Nuestros ingenieros me acaban de informar que cavaron un nuevo pozo, que proporcionará aproximadamente 95 megavatios de energía geotérmica 100% limpia y cero emisiones de nuestros volcanes”.
Carlos Martínez, docente de la UES y conocedor de la realidad energética del país, se dio a la tarea de investigar y aseguró que no hay una central geotérmica en el mundo con un pozo del tamaño anunciado por Bukele. A modo de ejemplo, la central de Ahuachapán tiene una capacidad instalada similar de 95 megavatios y necesita de 56 pozos para extraer esa energía. Tres años después de la afirmación, la capacidad instalada de geotermia sigue siendo la misma.
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Nayib Bukele: «(…) La realidad es que los ríos limpios los tienen ellos, los (países) desarrollados, los industrializados, los de las minerías. Nosotros que no tocamos nada, que no desarrollamos nada, tenemos todos los ríos sucios, todos están contaminados. El 95% del agua está contaminada…«
Engañoso
Ni las aguas de los ríos en los países en desarrollo están tan limpias ni las de El Salvador tan contaminadas, como dice el presidente, quien no cita fuente alguna de sus datos.
Estadísticas de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea indican que el 22% de las masas de agua superficiales y el 28% de las subterráneas están afectadas por la contaminación en el Viejo Continente, en su mayoría de nutrientes y plaguicidas utilizados en la agricultura. El 36% de los ríos y el 32% de lagos son eutróficos, esto es, tienen un excesivo crecimiento de algas debido a la alta concentración de nitratos.
En El Salvador, el Ministerio de Medio Ambiente viene midiendo la calidad del agua de los ríos desde 2006 y el último informe publicado corresponde a 2023.
Según el estudio, el 17% de los lugares presentan una calidad de agua “regular” lo que indica la “necesidad de mantenimiento debido a que los ríos tienen una capacidad disminuida de depurar los contaminantes que reciben”, describe el informe que analizó muestras en 124 sitios de 55 afluentes. En esas aguas,
El resto está peor, altamente contaminado se puede decir. El 75% se dice que tiene una calidad de agua “mala” y el 8% restante se califica de “pésima”. En suma, el 83% padece una calidad de las aguas precaria para el desarrollo de la vida acuática. En estos casos se requieren programas de recuperación de la calidad ambiental.
Se advierte que ningún río tiene el agua apta para ser potabilizada por medios tradicionales como la cloración. Además, la tercera parte de las aguas presentan una condición adecuada para riego, otro porcentaje similar se tiene que tomar en cuenta el tipo de cultivo para saber si la calidad es adecuada. Para el resto no recomienda su uso para la actividad agrícola.
Con respecto a 2017, el último hallado antes de la llegada de la administración Bukele, la contaminación ha empeorado. El 55% de los ríos tenía mala calidad del agua y en otro 6% era “pésima” para un total del 61% frente al 83% de 2023. El 35% tenía una calidad “regular” y el restante 4% se clasificaba como “buena”.
En alusión a la contaminación en los ríos, el experto en minería mencionó que en el país no se ha podido detener la contaminación del agua sin la minería. “¿Cómo vamos a parar la contaminación con minería? Vayan al lago Suchitlán y vean la gran cantidad de plástico que viene del río Acelhuate y pregunten quién tiene que controlar eso. Ahora pregúntese si lo van a hacer con la minería”, cuestionó en alusión a las toneladas de residuos que se acumulan en ese cuerpo de agua y que la CEL atiende con algunas campañas esporádicas.