Hace un año, el Instituto Lowy ubicaba a El Salvador en el puesto 56 de una clasificación de más de un centenar de países sobre la mejor gestión de la pandemia de la covid-19. Solo Uruguay (puesto 12) lo superaba en América Latina. El tanque de pensamiento australiano utilizó las cifras oficiales de fallecidos, contagios y pruebas realizadas para ese trabajo. ¿Esa era, es la realidad del país en cuanto al manejo de la pandemia? Para nadie es un secreto que no, que las cifras oficiales ofrecen una visión parcial de la realidad. El subregistro de muertes y contagios es tan evidente que pone cuanto menos en entredicho eso de país modelo, ejemplo de la pandemia.
1. Las 20,000 muertes por la covid-19
El portal web del Gobierno de El Salvador confirma 3,884 muertes por la covid-19 al día 28 de enero. La cantidad de fallecidos no registrados opaca la información oficial.
Según los datos de The Economist, que utiliza un modelo matemático avalado por la Universidad de Oxford, El Salvador tiene un exceso de 20.000 muertes asociadas directa o indirectamente a la covid-19 desde el inicio de la pandemia. Un subregistro superior al 400%, de acuerdo con el “tracker” más empleado en el mundo en lo que a subregistro de fallecidos se refiere.
El modelo utilizado por el Instituto para la Evaluación y Estadísticas en Salud (IHMS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington calcula en 12,000 las muertes no reportadas por la covid-19 en El Salvador.
El epidemiólogo Wilfrido Clara explica que la subestimación de muertes es uno de los indicadores más confiables para evaluar el manejo de la pandemia. “El exceso de fallecidos es un indicador más completo que el número diario de fallecidos porque no depende de las capacidades del laboratorio”, apunta.
Para el cálculo de ese subregistro en el periodo de pandemia se toma en cuenta el histórico de los fallecidos de los últimos cinco años. En el caso de El Salvador, los datos de muertes en general durante la pandemia estuvieron disponibles hasta septiembre de 2020, cuando esa información se declaró reservada. Durante esos primeros meses se pudo determinar el subregistro de mortalidad por la covid-19 y, a partir de entonces, se trabaja con modelos y estimaciones estadísticas.
Ese tipo de cálculos se realizan para todos los países. Nicaragua, por ejemplo, tiene un subregistro de muertes superior al 12,000%. El de Honduras es similar al de El Salvador. En cambio, otros países tienen datos oficiales más confiables, es decir, el subregistro es bajo. Panamá tiene un 20%; Perú, un 5%, y Costa Rica, un 2%.
Curiosamente, hay países que registran más muertes oficiales de las que probablemente sean. Chile tiene un subregistro del -1% y Uruguay, del -40%.
Costa Rica y Panamá, por ejemplo, tienen un registro oficial de muertes de alrededor de 7,500 cada uno. Casi el doble que El Salvador si bien las muertes oficiales coinciden con las muertes reales, es decir, prácticamente no hay subregistro.
“La mortalidad de El Salvador está en un término medio (en el contexto latinoamericano), pero eso dista mucho de decir que es el país que tiene la tasa de mortalidad más baja”, aclara el epidemiólogo en referencia al discurso oficial.
2. De las tasas de testeo más bajas de CA
Cuantas menos pruebas, menos contagios y menos casos confirmados. Bajo esa lógica parece que trabaja el Ministerio de Salud desde el inicio de la pandemia. Un médico puede observar que su paciente presenta todos los síntomas descritos para la covid-19, pero si no le hacen una prueba, esa persona, oficialmente, no tiene la enfermedad y no queda registrada como tal. Eso explica, por un lado, el reducido número de contagios y, por consiguiente, el elevado subregistro en esta variable.
“El Salvador presenta una de las tasas de testeo, de pruebas de laboratorio, más bajas de Centroamérica desde que inició la pandemia”, sentencia Clará. En estos casi dos años, el número de pruebas se ha mantenido estable en 2,500 diarias. La tasa, por tanto, ha venido siendo de 0.39 pruebas por 1,000 habitantes. En las últimas semanas, esa tasa ha aumentado hasta 0.73 (4,600 pruebas) debido a la multiplicación de los contagios.
La tasa es, sin embargo, sustancialmente inferior a la de países como Panamá (5.82 pruebas diarias por 1,000 habitantes), Belice (7.39) o Costa Rica (2.27). En términos absolutos, Panamá realiza 27,000 pruebas diarias. Un país con una población de apenas 4.3 millones, dos menos que El Salvador, realiza entre seis y siete veces más pruebas.
El epidemiólogo lo explica así en Twitter. El 28 de enero, El Salvador reportó 901 casos nuevos de la covid-19 con una tasa de testeo de 0.73 pruebas diarias por 1,000 personas y un 19.3% positivas. Si tuviera la tasa de Panamá (5.82), el país hubiera registrado unos 7,100 casos nuevos ese día, casi ocho veces más.
3. Ausencia de transparencia en pandemia
Si usted tiene interés en saber el número de hospitalizaciones diarias por la covid-19, la cantidad de pacientes en la uci, la cobertura de vacunación estratificada por edades o las personas vacunadas hospitalizadas y compararlas con las que no están inmunizadas, sepa que el portal del Gobierno de El Salvador no incluye esa estadística a la opinión pública.
Alfonso Rosales, también epidemiólogo, considera que la falta de información, es decir, la falta de transparencia es uno de los componentes que más daño le causa al país debido a que la población no tiene “una valoración real de riesgo” de la pandemia.“Yo creo que este gobierno va a ser históricamente juzgado por esta falta de transparencia”, concluye.
Su colega Clará menciona que la ausencia de datos se traduce en el inadecuado uso de los recursos. “El famoso kit de tratamiento ambulatorio tiene seis medicamentos, de los cuales solo uno puede ser de alguna utilidad contra algunos síntomas de la covid; los demás no, no sirven para la covid”, comenta.
4. Mejor cobertura de vacunación tras Costa Rica
El Salvador es el país de la región con la mayor cobertura de vacunación completa después de Costa Rica. Con un poco más de 9.967.000 dosis aplicadas tiene casi un 65% de la población inmunizada (dos dosis) y un 5% más con una dosis. Costa Rica llega al 71% de su población con la cobertura completa. Panamá y Nicaragua tienen más población cubierta con al menos una vacuna que El Salvador si bien su rango de población inmunizada es menor.
En el contexto latinoamericano, El Salvador está en una posición intermedia. Arriba de países como Colombia y México, y muy por debajo de las naciones del cono sur y otras de la comunidad andina como Perú y Ecuador.
Wilfrido Clará destaca el proceso rápido de vacunación de los primeros meses si bien alerta del estancamiento con la primera dosis que se observa desde octubre. Hasta inicios de enero, calcula que había 1.3 millones de salvadoreños mayores de seis años sin vacunar. “No sabemos cuánta de esa población es adulta mayor porque son datos que no se han compartido bajo esa lógica de opacidad”, añade.
5. Sistema de vigilancia en entredicho
Al 14 de enero, solo cuatro países en América Latina con una población arriba del millón de habitantes no habían detectado ómicron, la última mutación del virus SARS-CoV-2 que causa la covid-19: Honduras, Nicaragua, Haití y El Salvador. Dos semanas después, solo Haití y El Salvador siguen sin reportar esa variante del virus en su territorio.
El 19 de enero, el ministro de Salud, Francisco Alabí, confirmó la presencia del nuevo virus desde una evidencia clínica y añadió que circulaba desde finales del mes anterior. Curiosamente, un día antes, había negado esa posibilidad. Infectólogos y epidemiólogos venían advirtiendo desde hace semanas de esa nueva variante dado el incremento de casos que observaban en el sector privado.
Ómicron se detectó a finales de noviembre y se extendió a la mayoría de países a una velocidad de vértigo. En Estados Unidos se aisló el primero de diciembre y, en solo tres semanas, esa variante era la responsable de tres de cada cuatro infecciones.
Por razones no aclaradas, desde mitad de noviembre, El Salvador eliminó cualquier requisito de entrada al país relacionado con la covid-19 (carnet de vacunación o prueba reciente). No es descabellado pensar que la llegada de miles de personas en la temporada navideña desde el país del norte vino a multiplicar la variante ómicron en el país.
Que El Salvador lo confirmase clínicamente tan tarde y que no lo haya detectado todavía dice mucho de la vigilancia del sector público de salud. A modo de ejemplo, la vecina Costa Rica informó de la presencia de la mutación del virus en su territorio el 19 de diciembre.
“La vigilancia epidemiológica en el contexto de la pandemia ha presentado dificultades importantes como la falta de capacidad para implementar la vigilancia genómica viral, el masivo subregistro de casos y de fallecidos de la covid, la falta de análisis del porcentaje de casos covid entre la población vacunada, etc”, apunta Wilfrido Clará.