Las adolescentes tienen un plan de vida en Los Ranchos

por Wendy Monterrosa/Javier Ramón

El Salvador registró 3,678 niñas y 82,637 adolescentes embarazadas en los últimos cinco años. Seis jóvenes entre 15 y 19 años pertenecían a San Antonio Los Ranchos. Ninguna niña. ¿Cuál es el éxito de este municipio chalateco, castigado duramente en el conflicto armado, ante este problema social? Que sea pequeño ayuda, pero no lo explica todo ni mucho menos. La estructura social y comunitaria que surge de la experiencia en el conflicto y la resolución del mismo es clave para entender lo que sucede. De ahí se deriva ese trabajo conjunto y coordinado entre la alcaldía, el centro de salud y la escuela con una meta común: jóvenes mejor formados. Y, por supuesto, no se puede olvidar la labor de la asociación TNT, una verdadera escuela de lideresas, a decir de muchos.

San Antonio Los Ranchos es un pequeño municipio del departamento de Chalatenango. Su casco urbano, atrapado entre cerros de poca altura, tiene forma triangular. A él se llega después de recorrer los 2.7 kilómetros de la calle homónima. Antes se deja atrás la carretera Longitudinal del Norte a la altura de Guarjila, un cantón situado a unos 12 kilómetros de la cabecera departamental.

Los Ranchos es un lugar apacible y ordenado. Se respira tranquilidad a cada paso por las calles encementadas que atraviesan los cuatro barrios de la localidad. En el parque, en el centro cultural, casi en cada esquina y, por supuesto en las festividades, está muy presente el pasado, el conflicto armado, y el recuerdo de los que lucharon y murieron por un país mejor. Cuesta imaginarlo destruido, reducido a la nada, vacío, con sus gentes obligadas a un exilio de años y años en Mesa Grande, Honduras.

El Centro Escolar San Antonio Los Ranchos atiende a niños y jóvenes desde parvularia a 9o grado.

Presente y pasado se tocan, conviven en ese municipio. Uno no se explica sin el otro. Sin el tejido social y ese espíritu comunitario, herencia de la organización y participación popular de los ochentas y en la resolución del conflicto, no se pueden entender sus conquistas sociales. En Los Ranchos no hay homicidios y apenas hay delincuencia. Los embarazos en adolescentes son muy pocos y los lugareños tienen que hacer memoria para recordar el año de la última niña embarazada. La deserción escolar es escasa y vinculada con la migración hacia los Estados Unidos. Es, también, un municipio libre de analfabetismo.

“Nosotros venimos de un conflicto armado, podemos decir que renacemos como el ave fénix. Estábamos tirados e, históricamente, como saben, Chalatenango ha sido un departamento relegadísimo”. Quien pronuncia estas palabras es Julio Monge, director ejecutivo y promotor de la asociación Tiempos Nuevos Teatro. TNT, como es conocida, es la reciente ganadora del Premio Nacional de Cultura 2020 en la XXXII edición dedicada a la gestión cultural enfocada en la labor con niños y jóvenes.

TNT surgió en el municipio vecino de San José Las Flores en 1993 y se mudó a Los Ranchos en 2007. Poco después abrió el Centro Cultural Jon Cortina, en honor al jesuita fallecido en 2005, reconocido, entre otras cosas, por ser el fundador de la Asociación Pro-Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos. “La mayoría de las jóvenes con las que trabajamos ha llegado a la educación superior”, asevera Monge sobre la importancia del empoderamiento de las niñas y adolescentes en TNT a través de lo que él define como “una metodología lúdica de arte transformador”.

Ivonne Cartagena es una de esas jóvenes. Es síndica de la alcaldía de San Antonio Los Ranchos, tiene 22 años y con apenas 10 entró a los procesos de danza, música y teatro en TNT. Una lideresa social, comunitaria, un ejemplo de esa educación transformadora, influencia clara de los jesuitas en esta zona del país. “Los adolescentes tienen un plan de vida. Para algunos es llegar a un nivel de educación superior, para otros es emprender sus propios negocios, (estar) en espacios de formación, voluntarios. Para otros es la migración hacia los Estados Unidos”, asegura la joven.

Que los adolescentes tengan un plan de vida, construido sobre la base de una educación integral, ayuda, sin duda, a las decisiones que adoptan. Sin ese plan cuesta entender que Los Ranchos sea uno de los únicos dos municipios del país con cero embarazos en niñas y adolescentes en 2020. El otro es San Luis del Carmen, también chalateco. O que en el último quinquenio, siempre según estadísticas del Ministerio de Salud, no haya habido embarazos en niñas, y seis entre los 15 y 19 años.

En este mapa digital de los embarazos en El Salvador en 2020 encuentras la siguiente información en cada municipio: tasa de embarazos en adolescentes, embarazos por edades y la relación de los embarazos en jóvenes respecto al total.

Trabajo conjunto
La alcaldía, la unidad de salud y el centro escolar trabajan de manera coordinada en programas de concientización y sensibilización a niños y jóvenes en el tema de los embarazos en adolescentes. A esas reuniones se suman los padres en ocasiones. “Los adolescentes conocen la base, los métodos de planificación, son conscientes de la importancia de la abstinencia y, sobre todo, de la protección. Ya no es un tema tabú”, apunta la síndica.

Desde la alcaldía también se apoya a los bachilleres y universitarios con becas para cubrir el transporte y las mensualidades, según los casos. A cambio, los becados están obligados a realizar horas sociales en el municipio como una manera de retribuir ese apoyo a la comunidad. La biblioteca municipal, la escuela de música y el apoyo al deporte contribuyen a esa educación integral y al sano esparcimiento.

“El acceso a la educación de una adolescente, desde que es niña hasta alcanzar las oportunidades, esas que se le niega o que son de difícil acceso en casi cualquier lugar del país, sobre todo para una niña del ámbito rural, obra ese milagro que fuimos nosotros de (tener en el municipio) cero embarazos en adolescentes”, resume Monge con la experiencia a sus espaldas de haber sido educador popular en el pasado.

Los Ranchos tenía 1,613 habitantes en 2020, según las proyecciones de Censo de Población de 2007. La alcaldía, con los datos en la mano, rebaja esa cifra a poco más de 1,100 personas, de los que 250 están entre los 12 y 18 años.

Gladys Carabantes trabaja en la escuela desde 2003. Empezó de maestra, pasó luego a subdirectora y hoy es la directora. Al preguntarle por el último caso de una niña embarazada en la escuela, se toma unos segundos y duda con el año. “Fue una niña de 13 años, como en 2007, fue algo preocupante”, recuerda sobre este hecho en que el responsable fue un señor de unos 40 años que venía de fuera a trabajar al municipio. (De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud, el último caso de una niña embarazada es más reciente, en 2012. Dos niñas en los últimos 12 años.)

A partir de cuarto grado, en la asignatura de Ciencias Sociales, a los jóvenes se enseña, de una manera sencilla, lo relativo a la parte reproductiva del ser humano y los métodos de prevención del embarazo. “Hoy vemos que los padres aceptan este tema, se les ve más interesados que antes”, acota la docente sobre la importancia de participación de los adultos en esta temática.

Actividades variadas
La escuela atiende a estudiantes de parvularia y básica. Las instalaciones son espaciosas y las actividades vespertinas, hasta la pandemia, eran un atractivo adicional para los jóvenes. Nada que envidiar a cualquier centro urbano. Talleres de danza, música, robótica y otros. Para el bachillerato, la opción más cercana es el cantón Guarjila a menos de tres kilómetros. A los estudiantes que optan por ese u otro centro la alcaldía les apoya con el transporte.

Este esfuerzo en educación sexual y reproductiva se complementa con las charlas del personal de la unidad de salud. “A los jóvenes se le habla de la prevención de los embarazos tempranos, de los métodos anticonceptivos y las enfermedades que pueden contraer al iniciar las relaciones sexuales”, expresa Delmy Elías, doctora de Fondo Solidario para la Salud (Fosalud) en ese centro de atención.

Fanny Orellana es otra niña TNT. Comenzó de pequeña en un taller de danza en una comunidad de Guarjila, el cantón donde se toma el desvío para Los Ranchos. Recibió estímulos para sus estudios, alcanzó la universidad, se graduó en Trabajo Social y hoy es la presidenta de la asociación cultural, de TNT. “A las jóvenes les puedo decir que sí tenemos oportunidades; principalmente, si tenemos un objetivo, una meta, sí hay espacios para poder desarrollarnos, pero hay que buscarlos”, afirma la joven, de 24 años, madre de dos hijos.

En Los Ranchos, la cobertura escolar es alta y la deserción más bien baja. Los amplios y variados espacios recreativos, culturales y deportivos contribuyen a esa educación integral. Con esfuerzo, los jóvenes tienen la posibilidad de hacer realidad sus sueños. Fany e Ivonne son dos de los tantos ejemplos que se cuentan en este municipio.

Hace 15 o 20 años, la situación era diferente. En el campo, históricamente, las jóvenes se dedicaban a las tareas domésticas y, en situaciones de pobreza extrema, las niñas con 12 y 13 años, con el visto bueno de la familia, se acompañaban. Esa realidad, que es pasado en Los Ranchos, es común todavía en otros rincones de El Salvador.

Monge habla con la experiencia que le dan más de tres décadas formando a niñas y adolescentes en el ámbito rural, entre las limitaciones que la pobreza impone. “A nosotros, no solo las tortillas nos alimentan, es el entorno, son esas cipotas que ahora son lideresas de la comunidad, que tienen un plan de vida muy estructurado, niñas que empezaron con nosotros”.

Adolescentes: los hijos deben planificarse como pareja

Conocen sobre derechos sexuales y derechos reproductivos, prefieren hablar de sexualidad con su mamá y su papá antes que con los amigos y el personal docente, y ven muy importante que en las escuelas aborden ese tema. Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden de un cuestionario realizado por Voz Pública a 12 adolescentes, en su mayoría de tercer ciclo y bachillerato, en el municipio de San Antonio Los Ranchos, Chalatenango.

Diez de las jóvenes viven con su padre, madre y hermanos, una más solo con su mamá y la joven restante con su mamá y hermanos. Siete de ellas se declara católica, cuatro más no específica cuál es su religión y una más, la estudiante de bachillerato, se declara atea. 

Contrario a lo que pudiera pensarse, la mitad de ellas no tiene perfil en Facebook, pero todas coinciden en que las redes sociales pueden representar un riesgo al estar expuestas a personas con malas intenciones. 

Sobre los beneficios que tendría en su vida y en la comunidad recibir educación en sexualidad, están de acuerdo en varios de ellos: terminar los estudios, disminución de la violencia sexual y el suicidio, y prevenir infecciones de transmisión sexual. 

A la pregunta de si las familias deben tener los hijos que Dios quiera, de forma unánime respondieron que los hijos deben planificarse como pareja. De igual manera, su actitud ante una amiga o un pariente que sufre violencia sexual sería no tolerar esa violencia y buscar ayuda. También, ante una compañera de escuela embarazada, respondieron que le brindarían su amistad y apoyo.

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