La temporada de la siembra de frijol comenzó y los agricultores de subsistencia están con las manos atadas: el bono de $75 se lo gastaron meses atrás (en insumos para el maíz y otros) y el paquete de semilla ya es historia. El viceministro de Agricultura guarda silencio mientras en el pasado lanzaba consignas engañosas del tipo “el bono agrícola representa la evolución del tradicional paquete agrícola…” En el horizonte están los resultados de la última cosecha de frijol, la del ciclo 2022-23, que se quedó en dos millones, la peor de los últimos 11 años. Campo y otras gremiales temen que la actual sea aún menor y con el riesgo de que Nicaragua, el principal mercado de grano, reduzca sus exportaciones.
Los pequeños agricultores comenzaron la siembra del frijol sin apoyo del gobierno. En los últimos años, unos 220,000 campesinos recibían un paquete agrícola entre agosto y septiembre, según la zona geográfica, por parte del Ministerio de Agricultura. Cada uno contenía 25 libras de semilla mejorada y un litro de fertilizante foliar. Este subsidio comenzó a darse en la gestión del expresidente Antonio Saca y se entregó en las tres administraciones siguientes de manera ininterrumpida.
A inicios de 2024, nada hacía pensar que los agricultores de subsistencia, aquellos que consumen la mayor parte de lo que producen y venden lo que les sobra para suplir necesidades básicas, iban a quedarse con las manos vacías en la época de siembra.
En el presupuesto del Ministerio de Agricultura para 2024, el programa de Abastecimiento y seguridad alimentaria tiene contemplados $19.3 millones para “la entrega de incentivos (paquetes agrícolas) de semilla mejora de maíz con fertilizante, semilla certificada de frijol y de sorgo (…) para asegurar la producción de granos básicos…”
Esa partida recibió dos refuerzos en abril y mayo: el primero de $40 millones “para continuar dando cobertura presupuestaria al Programa de paquetes agrícolas” y el segundo de $27.9 millones para “fortalecer y garantizar el abastecimiento de fertilizantes y granos básicos dentro del Programa de seguridad alimentaria«. En total, $87.2 millones, que es una cantidad similar al gasto efectuado en los años anteriores en el programa de entrega de paquetes de semilla.
En febrero, Laura Arce, subdirectora de la Dirección General del Presupuesto del Ministerio de Hacienda, se refirió al tema en una comisión de la Asamblea Legislativa. “(…) Se incrementaría la disponibilidad, acceso y consumo de alimentos con la entrega de los paquetes agrícolas y se aseguraría la producción de granos básicos como el maíz y el frijol”.
Giro de timón
A finales de abril, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) maniobró en su principal política de incentivos al agro, eliminó los paquetes agrícolas y anunció el bono agrícola. El subsidio consistía en la entrega de una tarjeta con un saldo de $75 a cada agricultor (en principio, los mismos beneficiarios de los paquetes) para ser canjeados por insumos en agroservicios autorizados.
“El bono agrícola representa la evolución del tradicional paquete agrícola que se acostumbraba a entregar y abrimos las puertas hacia la diversificación de los cultivos”, dijo el viceministro de Agricultura Óscar Domínguez en X en ese entonces.
Este mensaje resultó ser engañoso como se analiza más adelante. Además, el funcionario omitió referirse a si habría o no un segundo bono para el apoyo a la siembra del frijol. Hasta hoy se confirma que no.
El bono agrícola sustituía, en parte, al paquete agrícola de maíz. Hay razones para pensar así: la entrega a las puertas de la siembra de ese grano, la compra debía hacerse en un periodo máximo de 60 días y de una sola vez y, por último, el dinero no alcanzaba ni siquiera para los insumos del maíz.
El monto era inferior al valor de los cuatro productos que el MAG entregaba en el paquete agrícola de maíz: semilla, fertilizante, foliar y tratador de semilla. En un sondeo en cinco agroservicios de San Salvador y La Libertad, este medio comprobó meses atrás que esos insumos costaban entre los $125 y los $146, casi el doble del valor del bono depositado en la tarjeta.
Agricultura tiene fondos para haber apoyando la siembra de frijol. Si la tarjeta benefició a los mismos 560,000 agricultores que recibían los paquetes, el gasto ascendería a $42 millones. Esa dinero es menos de la mitad de lo que le aprobaron para apoyar a los agricultores de subsistencia y fortalecer la seguridad alimentaria.
Poca venta de semilla
Voz Pública consultó sobre la disponibilidad de semilla de frijol en agroservicios y las perspectivas de la cosecha. “En el frijol, este año ha sufrido una baja del 60%… Hasta esta fecha, que ya pasó agosto, el grueso del frijol, casi nadie ha venido a preguntar, tampoco se han movido mucho los insumos como los foliares específicos”, dijo Wualquiria Gómez, jefa del agroservicio Gómez en San Salvador, quien considera que “la mayoría de los agricultores a los que se les proporcionó la tarjeta no compraron la semilla de frijol porque en esa época estaba la parte del maíz”.
En otra venta, la responsable se pronunció en esos términos. “Realmente no sé como va a estar la cosecha de frijol porque ha sido una baja bastante significativa. El punto está en que si (los agricultores) no tienen la semilla y no la van a sembrar para que van a comprar los insumos”.
Luis Treminio, presidente de la Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo), pronostica una baja en la producción de granos básicos para el ciclo 2024-25, algo que se viene repitiendo en los últimos años. ”En los años anteriores cuando daban el paquete en teoría se le obligaba al productor a sembrar maíz o frijol. Al final, ellos (autoridades) dijeron que iban a tener una producción histórica y sí se convertirá en histórica porque es la más baja de los años anteriores”.
Además de los puestos de venta, Voz Pública consultó a dos agricultores en Ahuachapán, quienes confirmaron que ya sembraron frijol, pero costearon la semilla e insumos de su bolsillo. Ambos fueron beneficiados con la tarjeta de $75 en abril. También se preguntó a una agricultora de San Jorge, San Miguel, quien comentó que ahí se empieza a sembrar a mediados de este mes. “La mayoría de gente deja un poquito del frijol del año pasado para sembrar otra vez, se rebusca con lo que tiene para volver a sembrar”, apuntó.
Adalberto Blanco, integrante de la Mesa por la Soberanía Alimentaria, ve también una situación complicada. “El frijol de primera, que generalmente se ocupa para semilla, se perdió en su mayoría, por lo que hay escasez. A esto se le suma que no se entregará el paquete y gran parte del frijol que se sembraba era el de los paquetes”.
Mala cosecha
El Anuario de estadísticas agropecuarias 2022-23 del MAG indica que en ese ciclo agrícola, el último con información disponible, se sembraron 128,000 manzanas de frijol y se cosecharon dos millones de quintales. La producción fue la más baja de los últimos 11 años, desde el ciclo 2011-12 cuando se recolectaron 1.42 millones.
Por zonas, la producción se concentró en la región 1, que corresponde a los departamentos del occidente (797,000 quintales) y la región 2, que incluye a Chalatenango, La Libertad, San Salvador y Cuscatlán (799,000). Los cuatro departamentos del oriente apenas produjeron 179,000 quintales y la región 3, que incluye a La Paz, Cabañas y San Vicente, los 230,000 quintales restantes.
Cuscatlán, con 423,000 quintales, es donde más se cosecha frijol, casi la quinta parte de la producción. En cambio, La Unión tuvo una cosecha marginal, apenas 16,000 quintales.
Treminio recuerda que este grano básico se importa de Nicaragua en su mayoría. “Donde miramos mayor problema es con el frijol. El presidente Ortega dijo que primero iba a abastecer su reserva estratégica y después si hubiera sobrante iba a permitir las exportaciones (…) vamos mal”, subraya el presidente de Campo.
En general, la caída en la producción agrícola nacional y el aumento en los precios de los alimentos influyen en el deterioro de la inseguridad alimentaria que vive el país, esto es, que muchos hogares no cubran a diario sus necesidades mínimas de alimentos.
El informe “El fenómeno de El Niño no permite “Soñar la mesa” en el Corredor Seco centroamericano”, elaborado por Oxfam y presentado en marzo pasado, actualiza la situación de la inseguridad alimentaria y hambre en esta parte de la región.
Para el caso salvadoreño, proyecta que 590,862 personas requieren asistencia alimentaria este año. El mayor número se concentra en San Salvador, La Libertad y Sonsonate.
Entre las recomendaciones de Oxfam a los países está destinar recursos para aumentar la cobertura de acciones relacionadas con la reactivación del agro.
Voz Pública buscó una reacción de las autoridades de Agricultura a través del equipo de prensa, pero no atendió la solicitud. También se llamó a los números de registro y fiscalización agrícola, y al de consultas sobre el bono agrícola, pero nadie atendió las llamadas realizadas.