“Regresamos a la escuela, pero no a la misma escuela que dejamos”

por Gerardo Rivera

Para Tania Acosta, sicóloga de Save The Children, atender la faceta emocional de los estudiantes es la prioridad en las primeras semanas de clases en un sistema educativo distinto al que dejaron los alumnos por la pandemia. Los docentes deben dar respuesta a los efectos en los alumnos de un año sin clases tales como dificultades en el aprendizaje, problemas emocionales y una socialización interrumpida.

Paola Molina, de 14 años, prefiere las clases presenciales a recibirlas en su casa desde una computadora. Como tantos miles de estudiantes, extraña a sus amigas y compañeros después de más de un año sin estar con ellos. “Yo era muy apegada y me gustaba mucho socializar”, asegura la alumna del Centro Escolar Simón Bolívar de Chalchuapa, en Santa Ana. En ese mismo departamento, Jonathan Martínez, estudiante de primer año de bachillerato, recuerda las dificultades de aprender desde el hogar. “Lo que más me ha costado es estar haciendo tareas, recibir clases en un mismo lugar y no relacionarme con nadie”, comenta el joven del Instituto Nacional Benjamín Estrada Valiente de Metapán.

Las dificultades en el aprendizaje, el daño sicoemocional y la suspensión de los procesos de socialización, claves en las etapas de la infancia y la adolescencia, son, entre otros, problemas derivados de la suspensión de clases, tal y como lo explica la sicóloga clínica, Flavia Miranda. “En muchos niños de diferentes edades he observado que se sienten desmotivados, desesperanzados, muy tristes, no ven claro su futuro y están invadidos por la incertidumbre”, agrega.  

Foto: Cortesía del Ministerio de Educación.

Las clases se vieron interrumpidas el 11 de marzo de 2020 como consecuencia de las medidas adoptadas para frenar la pandemia del covid-19. Un año después, la ministra de Educación, Carla Hananía, anunció el regreso a las aulas de manera opcional a partir del 6 de abril. 

Tania Acosta, sicóloga de Save the Children, una organización especializada en la atención de la primera infancia, considera que en las primeras clases se va a trabajar en identificar el estado anímico de los estudiantes y aquellas áreas que necesitan fortalecer. “Vamos a regresar a la escuela, pero no a la misma que dejamos, sino a una escuela con ciertas variantes que son consecuencia de la pandemia”, puntualiza la profesional.

El Ministerio de Educación publica el protocolo “La alegría de regresar a la escuela” en su página web, un manual dividido en una serie de etapas con las que se busca recuperar la dinámica escolar de una manera progresiva. La tercera en concreto tiene que ver con la atención sicosocial de los estudiantes y orienta a los docentes a llevar a cabo una serie de actividades en el aula. 

Como bien indica la sicóloga, el retorno a clases no implica el inicio inmediato de la actividad académica. Según el informe, en las primeras dos semanas del retorno de los estudiantes, la labor de los docentes estará centrada en lograr que los jóvenes expresen emociones y en hacerles sentir la alegría de regresar a la escuela. Además, subraya la importancia de llevar a cabo acciones recreativas y lúdicas donde los alumnos puedan exteriorizar los sentimientos acumulados y liberar las energías retenidas antes de ir recuperando esos hábitos que se olvidaron por el distanciamiento social. 

Dificultades de aprendizaje
Los jóvenes expresan las dificultades de estudiar en casa, más allá de las condiciones socioeconómicas de las familias. “Lo más difícil,… como estamos trabajando con guías, es en materias como Matemáticas; me cuesta porque en internet solo mandan las guías y no explican casi”, afirma Paola Molina. “Ha sido estresante más que todo”, refuerza Jonathan Martínez, quien ve a esa asignatura también como la más complicada de aprender de manera virtual. La madre de Paola prefiere que su hija sigue los estudios desde la casa. El joven, en cambio, asiste a clases desde el martes pasado.

Sobre lo que se encuentran los docentes en el regreso a clases reflexiona Ivón Vásquez, también sicóloga de Save the Children: “A nivel de aprendizaje vamos a encontrar ciertos niveles de afectación porque hay un vínculo muy grande entre la emoción, el aprendizaje y la motivación. Son tres elementos que juegan un papel importante”. 

La vuelta a clases es el mejor antídoto para ir atendiendo esos problemas emocionales que se arrastran desde hace meses, pero no es la solución para todos. Cada niño es un mundo y, por tanto, superar las afectaciones tendrá que ver con su grado de exposición a la pandemia y el apoyo familiar recibido, comenta la experta. 

Vásquez menciona la importancia del docente a la hora del monitoreo del aprendizaje socioemocional, un proceso que consta de cinco competencias: Autoconciencia, conciencia social, habilidades sociales, toma de decisiones de manera responsable y el autocontrol. “Fortalecer estas competencias socioemocionales nos ayudará a fortalecer la resiliencia en los niños y niñas, que va a ser un elemento esencial para poder enfrentarnos a esta nueva normalidad en las escuelas”, concluye. 

La preparación de los docentes, en este ámbito, es importante para saber recibir a los alumnos en condiciones. “Si los maestros no están bien emocionalmente, no van poder brindar un espacio óptimo para estudiantes”, añade la sicóloga. 

Impacto sicológico
Vásquez indica que la afectación se puede dividir en dos etapas: la primera, de mayor impacto sicológico, se debe al cambio radical de hábitos comunes en todo el mundo. “Nos enfrentamos a algo que para todos era desconocido y generó temor, mucha ansiedad hacia lo que estábamos viviendo en ese momento”, comenta. “El bombardeo de información sobre la enfermedad y consecuencias como la pérdida de seres queridos llevaron a que esa ansiedad detonara en sentimientos de miedo e incertidumbre en muchos niños», añade la especialista.

La segunda etapa está relacionada con las medidas de restricción adoptadas en la pandemia. “La afectación más grande que hemos visto es que a los niños se les cortaron esos espacios para socializar, se entorpecen ciertas habilidades sociales como los procesos de cooperación o la práctica de valores como la tolerancia o la empatía”, agrega. Valores, sin duda, necesarios en cualquier sociedad y más en una como la nuestra.

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