Una carrera electoral desigual

por Wendy Monterrosa/Javier Ramón

De los 655 candidatos a un escaño en la Asamblea Legislativa apenas 232 son mujeres (35.4%) en un país donde, de acuerdo con las proyecciones del último censo de población, en 2021 hay 400,000 mujeres más que hombres. Además, tienen una peor ubicación en la papeleta, lejos de los espacios ganadores. ¿Por qué menos mujeres aspiran a ser diputadas? ¿Y por qué menos cada vez? ¿Y por qué si, en proporción, hay más mujeres con formación académica que hombres? ¿Cómo se revierte esta situación? En Morazán, ¿hay relación entre la alta violencia contra la mujer y su baja participación?

Yeimy Carolina Castro Morales tiene 32 años, es licenciada en Enfermería y compite con la bandera del FMLN en Cabañas. En la boleta electoral de ese departamento aparece en el medio, en la casilla 2. Es la más joven de los 12 candidatos a diputados en los partidos en contienda -Arena, FMLN, PCN y la coalición Gana-NI- y, como la mitad de ellos, tiene estudios de educación superior.

Desborda optimismo y confianza cuando se le pregunta por las opciones para obtener un escaño este domingo, 28 de febrero. “Como candidata considero que tengo una posibilidad muy grande y el departamento está consciente del tipo de persona que quiere”, afirma la aspirante en su primera participación política, muy identificada con la necesidad de contribuir al desarrollo y servir a su tierra.

La historia electoral reciente de Cabañas revela, sin embargo, que lo tendrá difícil. Solo dos mujeres (frente a 19 hombres) han ganado una curul en las últimas 7 elecciones, desde 2000: María Vásquez de Amaya, con Arena, en 2003, y Audelia Guadalupe López, con el FMLN, en 2015, precisamente el último escaño ganado por el partido de izquierda. La historia electoral dice también que la posición en la papeleta sí importa y mucho en los departamentos pequeños y que, desde 2012, cuando comenzó el voto por rostro, siempre ha ganado el candidato de la casilla 1, la posición ganadora, la posición del partido.

Candidatas a diputadas de distintos partidos políticos. Imagen de Urbano News.

Cabañas retrata como tantos otros departamentos la dura realidad de la mujer que aspira a ser diputada. Compiten tres mujeres, dos con el FMLN y una del PCN, frente a nueve hombres. Ninguna de ellas está en la posición ganadora, dos en casilla 2 y una en la 3.

Los favoritos, si se permite esa palabra, no llevan mujeres en sus filas. Al menos un escaño, según las encuestas, sería para la coalición Gana-NI. Otro, si no se revierte la historia, probablemente sería para Arena, partido que desde los Acuerdos de Paz ha ganado al menos una curul de manera ininterrumpida. Así las cosas, el tercero en disputa podría caer del lado del FMLN o el PCN, pero, de nuevo, el aspirante con más opciones, el preferido del partido, está en la casilla 1. Y ambos son hombres.

Estructura patriarcal
En estas elecciones legislativas solo 232 mujeres aspiran a ser diputadas propietarias (frente a 423 hombres) y apenas 17 mujeres están en la casilla 1 (frente a 82 hombres). Además, no hay un departamento donde el número de mujeres sea igual al de los hombres ni, menos aún, estén en un número similar de posiciones ganadoras.

Silvia Juárez, de la Organización de las Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), explica que, en general, los partidos son estructuras patriarcales que relegan la participación de la mujer. “Hay que desmitificar el hecho de que las mujeres no quieren o no están motivadas a participar en política. Están presentes en los partidos, pero, al escalar, esa representatividad desaparece. No se les impulsa o se les pone en listas donde no van ganadoras, van anexadas como parte del cumplimiento de una cuota”, destaca la coordinadora del Programa para una vida libre de violencia para las mujeres.

Cuando se incluye a la mujer en la participación política, apunta Juárez, se abren nuevos escenarios de debate. “Cuando votamos por las mujeres lo que hacemos es abrir la posibilidad para que la experiencia de la vida de las mujeres sea considerada como válida para construir política pública”, indica la representante de Ormusa.

En el estudio de Fusades “Las listas abiertas y el voto cruzado. Un análisis comparado entre las elecciones 2015-2018”, publicado en noviembre de 2019, en el apartado de recomendaciones hay una dirigida a promover la participación de la mujer. “Dado que el orden de las listas establecido por el partido sigue teniendo cierto predominio y que la ubicación en la primera posición tiene una alta probabilidad de ser electa, debe exhortarse, por la vía legal, a que los partidos ubiquen a más mujeres a la cabeza de las listas”.

Basta observar las elecciones anteriores para darse cuenta de la importancia de la ubicación en la papeleta. En 2012, de las 23 diputadas electas, 20 estaban en posiciones ganadoras y, por lo tanto, solo tres se vieron beneficiadas por las marcas de preferencia. Tres años después, 27 mujeres llegaron a la Asamblea Legislativa, seis, solo seis lo hicieron por marcas de preferencia. En 2018 se repitió la historia: seis de las 26 mujeres electas llegaron por la preferencia del votante en las elecciones.

Ahora bien, los cambios de esas marcas de preferencia tanto en hombres como en mujeres se han dado en los departamentos con más escaños. No así en los menos poblados, donde se eligen tres diputados, como es el caso de Cabañas.

Eduardo Escobar, director ejecutivo de Acción Ciudadana, explica que todos los partidos ponen en la casilla 1 a la persona más popular, la más votada en las internas. “Estar en esa casilla tiene muy buenas posibilidades, pero no es garantía de elección, pues el elector puede escoger sobre una lista”, matiza.

En estas elecciones, con la menor representación de mujeres que aspiran a ser diputadas desde 2015, siempre hay aspectos que se pueden destacar. Como que en Santa Ana está la diferencia más estrecha entre hombres (53.6%) y mujeres (46.4%), que el FMLN, históricamente el partido con más mujeres en sus filas, lleve a cinco en la casilla 1 o que Nuestro Tiempo coloque a tres mujeres en esa posición tomando en cuenta que participa en seis departamentos.

Más mujeres preparadas
Voz Pública solicitó al TSE la información de los 655 aspirantes a diputados y actualizó la relativa al apartado de profesión u oficio, según el DUI. En más de 260 se indicaba estudiante o empleado, sin más detalle. Se consultó a los candidatos o se tomaron los datos disponibles de sus perfiles en redes sociales, lográndose actualizar el dato de unos 170.

Para establecer el perfil de “más formados o preparados” se optó por el criterio de personas con estudios superiores o técnicos, descartándose, por lo tanto, aquellos identificados como estudiantes, empleados y bachilleres.

Al hacer la comparación por género se destaca que 159 mujeres, el 68.5% del total, cuentan con estudios superiores o técnicos, frente a 285 hombres, que representan el 67.4% de todos ellos. En proporción, por tanto, hay más mujeres que hombres preparados, de acuerdo con esos criterios establecidos.

En el área de ciencias políticas hay una relación 55% a 45% en favor de la mujer y en la de ciencias jurídicas, la más numerosa, hay una proporción similar: 48% (61 mujeres) frente al 52% (67 hombres). En otras como empresariales, educación y salud se mantienen una relación similar a la proporción de hombres y mujeres en la competencia, es decir, 65% a 35%.

La preparación académica es un filtro a tener en cuenta por el votante en la medida que ve al candidato con la capacidad de resolver los problemas de la sociedad. “A las mujeres se nos exige un doble parámetro, un curriculum oculto, es decir, aspectos que no se le exigen al hombre y se le piden a la mujer”, advierte Silvia Juárez.

Morazán y la violencia
La Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer, El Salvador 2017, revela que el 67.4% de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido algún tipo de violencia sicológica, física y sexual a lo largo de su vida y el 33.8%, en el último año previo a la realización de este estudio, elaborado por la Dirección General de Estadística y Censos (Digestyc) a mediados de ese año.

Morazán es el departamento con más violencia contra la mujer. Con diferencia. El 79% de las morazarenses la ha sufrido durante su vida y el 44% la ha padecido en el último año.

Curiosamente, o no tanto, Morazán es el departamento con la menor representación de mujeres que aspiran a una de las tres diputaciones en estas elecciones. Tres mujeres y 15 hombres, una proporción del 20%. Y ninguna de las tres mujeres con opciones reales, con pocas opciones. A la sombra de Guadalupe Vásquez, el jefe de la fracción de Gana, está Krissia Lorena García en la casilla 2. Otra representante participa por el PDC en la casilla 2, un partido que lleva sin lograr un diputado desde 2012. Por último, el PCN lleva a Aura Yessenia Martínez en la casilla 3, un partido que no gana una diputación en este departamento desde 2003.

La historia tampoco sonríe a la mujer en Morazán. Desde los Acuerdos de Paz, ese departamento solo ha tenido una diputada: la pedecista Rosa Mélida Villatoro en 1994. Una diputada en nueve elecciones legislativas con tres escaños en juego en cada contienda. Una diputada y 26 diputados.

¿Guarda alguna relación la alta violencia contra la mujer y su baja participación en la política? Para la representante de Ormusa, sí, en especial en un territorio, Morazán, donde argumenta que la imposición del silencio oculta ese problema. “Para garantizar el empoderamiento de la mujer, la Cepal plantea que la mujer sea autónoma en, al menos, su cuerpo, el área económica y la política. Tener menos autonomía de su cuerpo por la violencia (como muestra la encuesta) la inhibe de participar en política y (por lo tanto) tiene menos capacidad de romper el silencio para imponer sus decisiones”, expresa Juárez.

Un paso atrás
La representación de la mujer en estas elecciones, medida por el número de candidatas a diputadas propietarias, es menor que en las contiendas precedentes. En 2015, las primeras elecciones con la Ley de Partidos Políticos en vigor y la cuota de género del 30% para la conformación de las plantillas, se presentaron 228 candidatas, el 38.4%. Tres años después, en las elecciones siguientes, fueron 237 aspirantes, el 40.4%. Para esta contienda, son 232 mujeres que representan el 35.4%.

Cada vez menos mujeres en proporción con los hombres aspiran a ser diputadas propietarias. Si se trata de suplentes, la relación cambia. Ahí sí, las cúpulas de los partidos no tienen problema alguno en incluirlas, hasta más que hombres, como en 2018 cuando fueron 317 frente a 269.

A la mujer se le frena en número y en sus aspiraciones reales. Un total de 17 mujeres se ubican en la casilla 1 en estas elecciones, una cantidad similar a la de los eventos pasados (15 en 2018 y 18 en 2015 y 2012). La diferencia, otra vez, es con relación a los hombres. En estas elecciones hay 82 hombres en esa casilla, 9 más que en 2018, 7 más que en 2015 y 6 menos que en 2012.

La investigación de Acción Ciudadana “Mujeres, financiamiento y elecciones en El Salvador” analizó, como su nombre indica, las condiciones económicas en que las mujeres participaron en las elecciones de 2018. En la campaña de diputados, subraya el informe, el valor de la propaganda electoral de los candidatos fue 2.2 veces superior al de las candidatas. No solo eso. De las 42 personas que emitieron propaganda en radio, televisión y prensa escrita, 29 eran hombres y 13 mujeres.

Para Eduardo Escobar, es necesaria una reforma a la Ley de Partidos Políticos para mejorar la participación de la mujer en las elecciones. “Hablamos de reformar la ley en el sentido de establecer paridad en las candidaturas. Actualmente, al ser el 30% de cuota, los partidos se conforman con eso, y muchas veces en posiciones de suplencia y no en principales”, explica Escobar.

La reforma, añade, se puede ampliar a la alternancia a la hora de presentar las candidaturas y, también, al financiamiento. “No hay disposiciones legales en el país ni directrices en los partidos que tiendan a asegurarle fondos a una mujer para la campaña, y sin recursos es difícil obtener una victoria”, indica.

Pero no todo es cuestión de leyes. Escobar insisten en la necesidad de derribar barreras socioculturales como el acoso sexual a la mujer en el trabajo o en la política, la falta de confianza -no se le concibe como un ser político- y el tripe rol de la mujer -esposa, madre y trabajadora- que la pone en clara desventaja cuando entra en el ruedo político.

Visto lo visto, no resulta extraño que las aspirantes que alcanzaron un escaño en 2018 fuesen 26, una menos que en 2015. Tampoco que esa tendencia hacia una mayor presencia de la mujer en la Asamblea se estanque o caiga por segunda vez consecutiva este 28 de febrero.

Así las cosas, sería una sorpresa que Morazán encontrase el relevo de Rosa Mélida Villatoro, diputada en 1994. Probablemente habrá que esperar al 2024 para que una mujer vuelva a representar a ese departamento en la Asamblea. Treinta años después.

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